El hechicero acaba su tarea, acaricia su barba satisfecho y sus labios se curvan en lánguida sonrisa -la que debe tener todo alquimista que aprecie su trabajo-. La luna se despide como un guiño de los últimos juegos de la noche. La lechuza es un bus que aún lleva luces y susurra un final, como Louis Armstrong, de Jazz expresionista.
ENRIQUE GRACIA TRINIDAD
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